¿Quién esperas que te saque las castañas del fuego?

Hace poco tuve que hacer introspección sobre lo que para mi significaba el concepto de amistad, y por qué inspiraba lo que me inspiraba. De nuevo, con mi maniática obsesividad me vi haciendo una suerte de prioridades, buscando lo que realmente valía sobre todo eso y lo que no, y caí en un pequeño detalle: El abismo que nos separa sobre todo lo que no es nuestra propia identidad;


'Porque quizá no sea un buen amigo cuando lo que pretendo de los demás sea la claridad en sus sentimientos, una claridad que permita trascender de los impulsos infantiles de celo y posesividad;


Si entiendo que lo importante no es lo que comparta si no lo que sienta, porque el sentimiento es lo que da sostenibilidad a la memoria que tenga de lo que haya compartido, es el sentimiento lo que me da la verdadera experiencia | el sentimiento que pone en orden mi vida y no mis impulsos, instintos de vivencia.

»¿Es entonces cuando entiendo mal la amistad cuando lo que pretendo y veo son sentimientos en vez de un cúmulo de momentos? ¿Soy un mal amigo cuando siento y no recuerdo?


Ahora es cuando lo veo diáfano, claro en todos sus aspectos: La amistad es importante cuando yo la hago importante por lo que sienta y no por el tiempo empleado, las experiencias vividas | porque si fuera por vivencias tendría que limitar la pasión de mis acciones, racionar mis sacrificios para con esa persona en base a lo vivido, por lo tanto nunca podría progresar ya que siempre tendría un margen de acción acotado por factores que no dependieran de mi | cuando realmente los sentimientos nacen de mi para morir en mi, son intrínsecamente yo.


'¿Qué he hecho yo por ti?', palabras que me recuerdan, pretenden chantaje de razón. Gestos que dedican su esfuerzo a ser retribuidos, a obtener una recompensa mundana y fuera de toda pureza. Podrás seguir dando de comer a los cerdos con palabras como esas, porque es eso lo que tienes de mi: Una ceba para que el día de mañana no te falte de mi. ¡Que te aproveche, maldito comerciante de sentimientos baratos!'


Quizá demasiado poético, pero pretendí plasmar lo hipócrita que me antojaba tener en consideración una relación en base a lo vivido y no a lo que en ese instante sintiera uno mismo, que es lo puramente válido. Yo puedo tener muchas experiencias con una persona y que realmente no me importe demasiado, aunque todo lo que haya vivido con ella sea positivo, y por el contrario puedo pasionalmente querer a una persona apenas conociéndola, y esa persona será importante para mí. Claro que entiendo que este es un ejemplo un poco áspero, a casi nadie le parecerá válido porque todos contamos los años desde los que nos conocemos los unos y los otros... 'Cuánto hemos vivido juntos, ¿eh?', y sin embargo apenas te conozco, el día que me faltes echaré inmensamente de menos lo que he vivido contigo y no lo que eres, porque todo eso lo desconozco, nunca me has interesado realmente a pesar de que la vida ha cruzado nuestros caminos tantas y tantas veces. Incluso aunque haya tenido genuino interés, ahora, en este momento, ¿qué siento yo por ti? ¿Estoy alimentando alguna pasión por ti a día de hoy? Pero espera, todavía hay mas:


Lo voy a personalizar, entonces, ya que no espero que nadie lo vea como yo: ¿Con quién tengo verdadero magnetismo*? ¿Quién es importante para mí entonces si no soy yo, si lo importante de los demás es lo que yo sienta? ¿Quién va a pagar la apuesta por mí? ¿No puedo ni siquiera esperar que mi madre viva mi vida a cambio de la suya? Entiendo que si tanto como hay personas importantes en mi vida yo lo sea para la de otros, mas, ¿hasta que punto? ¿Qué personas son esas? ¿Podemos depender de toda esa inseguridad si está en juego todo lo que seamos o dejemos de ser?

*Atracción mutua, palpable y espontánea, mas allá de que sea o no inconveniente y dolorosa. Ya no valiente o arriesgado, no tienen cabida ni siquiera esas calificaciones para algo tan puramente homogéneo.