Lo que tu y yo podemos hacer - La capacidad innata

Voy conduciendo a la noche en una carretera rodeada de bosque. Hace unos kilómetros he tenido un fortuito encontronazo con un conejo, que sorprendido por los focos, se ha quedado paralizado en mitad de la carretera durante unos segundos e inevitablemente ha perdido la vida contra el parachoques de mi automóvil. Se me ha pasado el susto (intentando salvar al animal he dado un frenazo y casi pierdo el control del coche), y ahora intento explicarme por qué, por qué demonios aquel conejo no se ha apartado. Y pienso: 'Es de noche, así que ha tenido que oír el rugido de mi motor a cientos de metros. Además, su cuerpo está preparado para huir de sus predadores, así que es imposible que de haberlo intentado, no hubiera podido apartarse de mi trayectoria...'. Casi me siento hasta culpable, pensando en que los focos de mi coche cegaron e inmovilizaron al animal y por eso ha perdido la vida. Pero se me escapa lo fundamental: Que ese conejo estaba perfectamente preparado para salvar el pellejo: | tenía una capacidad innata.

»Ahora bien, ¿qué nos separa de aquel conejo? ¿No tenemos todos la misma capacidad para con nuestro intimo yo?;


'Tratas de confundirme, conformismo.

Me quieres atado a estas paredes,

mirando continuamente las mismas manos -vacías de fuerza y valor-.

Tú, humanidad,

quieres de mi la vulgaridad más penosa y arrastrada,

quieres que por vanidad no tenga orgullo.

¡Despégate de mi, asqueroso!'


¿Vas a decirte tú ahora que es demasiado tarde, o que es demasiado absurdo? ¿Vas a lapidar tu voluntad de nuevo con satisfacción y decirte, después de sentirte un poco raro durante un par de días, que tienes 'todo por lo que has luchado*'? Mejor lo llamamos crisis de los cuarenta, si te apetece. Quizá no tengas cuarenta años, probablemente, aunque si los tienes lo mismo da. No importa, es todo la misma inmundicia, día tras día. Aunque una cosa te diré: Estás, indefectiblemente, luchando contra ti mismo, de una manera u otra. Porque si haces caso omiso de ese faro de tu corazón, de tu ser más íntimo, que te avisa de que vas por el mal camino**, indefectiblemente estás luchando contra ti mismo. Y si por el contrario encuentras la importancia y deshechas lo lógico y lo conformista estarás indefectiblemente luchando, ya lo creo, contra ti mismo. Pero piensa en una cosa: Si durante toda tu vida has logrado vencerte, con astucia e inteligencia | silenciando constantemente tu propia naturaleza (tu fin único y personal), ¿por qué no habrías de poder hacerlo ahora?;

¿No sera: 'Porque aun no teniendo nada me parece de lo más inconveniente.'? Cuidado, otra vez la sagacidad me está jugando una mala pasada.

*Y créeme, tendrás toda la razón en este aspecto.

**Y entonces, a cada segundo que dejes pasar, a cada segundo que ignores las señas del faro y te alejes de el, su luz se irá perdiendo poco a poco, haciéndose más débil y haciendo de la tarea de llegar a buen puerto algo a cada instante más difícil... ¡Afina la vista!