¿No estás harto de ti?

Miramos a los demás con una excusa barata de distancia, | ficticia frontera inabarcable entre los unos y los otros que nos permite, de forma irrevocable para nuestra omnipresente inteligencia justificar con la actitud de los que nos rodean, de lo que tienen y de lo que desean todas las personas que son lo que -importante- no somos nosotros todo lo que hacemos y dejamos de hacer, y de igual manera, al mismo tiempo, sabernos mejor que nadie | encontrar faltas injustificables en los demás. Y ahí está la fractura de nuestra razón, lo lógico que rompe la propia lógica, lo social que se vuelve asocial por ser social;


Somos realmente increíbles, con una ceguera ante las evidencias que es el summum de la estúpida inteligencia. Pondré un ejemplo un poco extenso para poder explicarme: Pongámonos en el pellejo de un cristiano devoto, creyente de veras e incluso consecuente con las ideas y enseñanzas de Cristo (alguno habrá, digo yo...). Podemos también, siendo nosotros él para este ejercicio, contar con que le surge la inmensa duda sobre qué significa la bondad. Y contemos también con que tiene tan extraña linea de pensamientos:


'Si tuviera que responder a la pregunta '¿podrías citar a algún hombre bueno?', siendo cristiano como soy el primer nombre que a la cabeza me vendría sería Jesucristo. Creo que es bueno porque bajó de los cielos para vivir como hombre una vida de renuncia y sacrificio, dedicó todas sus fuerzas a aleccionar, inspirar y ayudar a todo aquel con el que se cruzaba, y puesta su vida en peligro no ofreció resistencia a sacrificarla para salvar al hombre de su pecado. Incluso aunque no fuera cristiano Jesús seguiría siendo un buen ejemplo de bondad.


»Sin embargo, hay otros ejemplos de bondad. De bondad extrema e incondicional. De hecho, si soy riguroso, puedo encontrar ejemplos de una bondad más incondicional que la de Jesucristo. Los aguadores en el accidente de la central nuclear de Chernobil. Murieron cientos de ellos. Recuerdo que en fecha del accidente Ucrania era territorio soviético, y que el partido comunista predicaba su ateísmo marxista. Bueno, esto tampoco quiere decir que la población fuera atea, pero si somos un poco concesivos podemos pensar que algunos de aquellos aguadores tenían una convicción atea. Estos aguadores, con la misma heroicidad que el resto de sus compañeros, sacrificaron su vida para intentar sepultar el material radiactivo o frenar un escape. Sacrificaron su vida para que las personas de su entorno... Para que su nación... Espera: ¿Para qué sacrifica su vida una persona que piensa que sus acciones no tienen trascendencia, que cuando pierda su vida (que es lo único que piensa que tiene, lo único relevante) no será absolutamente nada? ¿No es esto una bondad sin límites? De hecho, si tengo que comparar, Cristo actuó casi gratuitamente, sabiéndose en el reino de los cielos a su muerte. ¿Qué mérito tiene sacrificar la vida si sabes que, a ciencia cierta, vas a tener una eterna existencia plena y feliz? ¡¿Qué diablos significa esto?! ¿Hasta un acto redentor vale nada?'


»Pero te contaré un secreto, de todas maneras: Este es un ejemplo completamente inválido desde el principio: ¿Qué cristiano pondría en tela de juicio o bajo comparaciones el acto puro de Cristo, sabiéndose cobijado en la sinrazón respetuosa de no pensar? Si yo fuera cristiano, jamás me atrevería a pensar de esta forma sobre Jesús, si yo fuera musulmán jamás me atrevería a pensar de esta forma sobre Mahoma, si yo fuera amante jamás me atrevería a caer en comparativa de otras personas, si yo fuera hijo y ser hijo fuera importante para mí no me atrevería a pensar nunca, de ninguna manera ('¿cómo se me podría ocurrir?'), que hay padres mejores, que hay padres que tienen un punto de vista más acertado en la educación o en el cariño. Y este escudo nos sirve tanto para no poder nunca valorar cómo nos comportamos en lo que pretendemos ser como para atacar cuanto nos rodea sin tener que exponernos, en la amable cobertura del respeto*.


Sin embargo, a pesar de que los demás no somos nosotros, nosotros somos exactamente iguales a los demás: Si fuéramos sinceros, completamente consecuentes, daríamos evidencia al no poder atacar por atacarnos a nosotros mismos, aún prefiriendo atacar, en vez de tal y como hacemos ahora, importándonos un bledo lo que podamos significar para lo venidero y para nuestra conciencia profunda, | escondiéndonos a nosotros mismos lo que realmente hacemos, guardando a nuestro propio yo las vergüenzas en el oscuro cajón del colectivo. ¿No te harta no pensar, buscar justificaciones por todas partes? ¿No te harta no poder moverte, aplastado por el cuerpo de las ideas de los demás que echas sobre ti mismo, por tu propia comodidad? ¿No te harta pensar que tú sigues, día tras día, año tras año, haciendo tan poco como el resto y sin embargo intentado tomar un tono de voz aleccionador, dices '¡porque yo...!'


Pasan los años, los malditos siglos, y el ser humano no puede ser más soberanamente imbécil, no puede ser más endiabladamente listillo y manipulador.

*Un respeto que por supuesto, no existe en absoluto. Es tan sólo apariencia, una política tan estética como lo son los derechos fundamentales. Yo respeto tanto en mi interior tu forma de pensar, de ser o de vestir como de real tiene que todas las personas tienen derecho a una vivienda digna. Seamos sinceros, por mucho que yo te abra la puerta diciendo 'Pase, señora, ¿necesita ayuda?' por dentro hablo de ti empezando por 'Puta burguesa'. Ahí está mi respeto: Se limita a mis manos y a mi boca, pero aún siendo lo más importante respetarte desde dentro... Oh, no, eso no lo haré, tengo derecho a despreciarte, tú ya tienes tu respeto. Puedes hacerte un traje con el si te da la gana, mucha gente lo hace.