'- ¿Y qué sabe de la vida?
- Bueno, he sobrevivido a la guerra... Me he casado, he tenido hijos...'
Gran Torino, Clint Eastwood.
Y éstas parecen las palabras que casi todos nosotros, en pura esencia, podríamos decir de la vida. 'Me he casado, he tenido hijos.' He vivido. Eso es lo que he hecho. He estado en este mundo buscando lo relevante para mí fuera de mí. Mi fin último en esta vida ha sido tener una brillante carrera profesional, un matrimonio pleno y una prole a la cual he enseñado, como mis padres a mí, a vivir en este mundo. Para atender las normas sociales, a respetar a mi familia y a ser trabajador. A cumplir religiosamente unas pautas para escapar del dolor innecesario.
Llevamos relajados | y atemperados toda la vida. Hemos moderado la fuerza interior que nos lleva a luchar por nuestras convicciones, a dulcificar todo rastro de pasión en los aspectos cruciales de la vida: Si nos mostramos pasionales en el amor romántico, estamos obsesionados, si nos mostramos pasionales en la fe somos unos fanáticos, o si lo hacemos en cualquier otro aspecto social somos intolerantes, y todo esto nos engrilleta al mundo, | al mundo que nos hace 'aceptables' y productivos. Vivimos siendo aceptables para el resto, cambiando de color según la ocasión que se nos presente: Somos el diligente comercial en el trabajo, el cariñoso esposo para nuestra pareja y el amistoso aleccionador para nuestros hijos. ¿Y qué somos para nosotros mismos?:
Somos cumplidores miembros de la sociedad, pero para nosotros mismos no somos nada porque con nosotros mismos no somos nada.
Ahora seamos críticos con nuestro habitual prisma para un individuo que muestre la misma actitud en toda situación*, que sea continuamente consecuente con su manera de pensar sin margen a cambiar su manera de ver lo prioritario: Entonces ese es un individuo obsesionado, fanático, intolerante. Ah, no, la sociedad no quiere eso. Tu esposa no quiere eso, tus hijos no quieren ver que su padre es alguien, quieren ver a un padre en su padre. No podemos olvidar que vivimos en el mundo, y hay cosas que por ser esto cierto han de ser ciertas también, | mas para nosotros mismos ha de haber algo, ciertamente.
Míralo ahora si quieres de una manera egoísta (esto suele funcionar mucho mejor para la mentalidad actual): Tú eres tú para ti, no para nadie más. ¿Significa esto que nada que no venga de ti tiene tu importancia final? Bueno, eso tan sólo depende de lo que para ti tenga una importancia final, ¿no te parece? Pero... ¿A que es cierto que para tu manera de valorar las cosas, tan social y atemperada, esto te empieza a parecer desagradable?
*No hablo de una persona que no sepa ser diligente, o cariñosa o aleccionadora en su momento, sino que esos aspectos sean secundarios en su actitud.